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Etiqueta: brujas

SANTOS CASI TODOS

SANTOS CASI TODOS

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Superada la resaca del caricaturesco festival de Halleween, incluida la “noche de brujas” importada de países anglosajones, pasamos a festejar cristianamente los santos muertos en la fe católica, aunque muchos de ellos no merezcan la santidad, otros la rechacen y la mayoría acepte este premio de consolación otorgado a los familiares y amigos fallecidos.

No participo de ninguno de los dos festejos, pero comprendo menos que se haya dedicado la noche pasada a historias de miedo y películas de terror, como si fuera poco la que está cayendo, y pretendiéramos ocultar la angustia con disfraces sanguinolentos, cabezas taladradas por cuchillos y rostros deformados para asustar a inocentes vecinos y amigos, sin atrevernos con los farsantes, politiqueros y especuladores, en un alarde público de máxima confusión.

Cuarenta días después del equinoccio de otoño, cuando huye la luz y el frío invernal anticipa las primeras las primeras ráfagas resecando la naturaleza, la liturgia católica invita a celebrar el Día de Todos los Santos desconocidos, honrando la memoria de los muertos desde que el papa Gregorio IV hizo en el siglo IX la propuesta de recordarlos a todos por su santidad el primero de noviembre.

A todos, porque los primeros cristianos celebraban aisladamente el sacrificio de los mártires en el lugar donde fueron sacrificados por la fe, hasta que la coincidencia de muchos de ellos en el mismo día aconsejó el homenaje común de todos los que fallecieron abrazados a la cruz, porque al perseguidor Diocleciano se le fue la mano con las matanzas a inocentes cristianos.

Desde entonces, los cementerios se convierten por un día en centro de peregrinación donde creyentes y descreídos acuden a limpiar tumbas, adecentar nichos y rezar por los familiares que se anticiparon a ellos en el viaje a la eternidad que a todos nos espera, sin posibilidad de redención ni esperanza de resurrección.

A LA CAZA DE BRUJAS E INFIELES

A LA CAZA DE BRUJAS E INFIELES

Infieles y brujas

Se cumple ahora el 57 aniversario de la muerte por sobredosis de alcohol, merecido desprecio, exceso demagógico y brutalidad dialéctica, del Torquemada político que contaminó el alma de los norteamericanos con odio insano hacia las “brujas” comunistas que paseaban por las calles del capitalismo estadounidense.

Salvando las distancias en el tiempo y el espacio, no cabe distinción entre Torquemada y McCarthy, aunque uno se dedicara a chamuscar herejes con sarmientos secos en la hoguera, y el otro a decapitar hechiceros soviéticos en territorio anticomunista, durante los años de la caliente guerra fría.

El fraile dominico Tomás y el alcohólico Joseph han pasado a la historia por sus impunes matanzas de infieles y soviéticos, sin que las fechorías de uno y otro hayan podido borrar sus nombres de las páginas de los libros y ser condenadas a las calderas de San Pedro Botero, porque al lado de ellos el portero del infierno es un santo.

El confesor real que tantos pecados perdonó a la ¡católica! reina Isabel, ha obtenido el indulto de la Iglesia, pero no el perdón de la historia por su fanatismo exterminador de discrepantes doctrinales y judíos, olvidando que él era descendiente de estos, por más que intentara disimularlo.

En cuanto al borracho presidente del Subcomité de Investigaciones del Senado, McCarthy, conviene recordar que llevó su anticomunismo hasta el punto de pintar de rojo al mismísimo presidente Eisenhower y acusar al ministro de Defensa de encubrir actividades de espionaje extranjeras, todo ello con una botella de whisky en la mano.

Retiró de las librerías la novela Robín Hood, considerando que el protagonista era comunista porque robaba a los ricos para dárselo a los pobres. Acusó también a Humphrey Bogart, Lauren Bacall, Bertolt Brecht, Charles Chaplin y al padre de la bomba atómica, Robert Oppenheimer, por manifestarse en contra de la carrera armamentística nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética, al ver los devastadores efectos de su invento.

Esto hacía el senador McCarthy cuando los efluvios del etanol desplazaban las neuronas de su cerebro, muriendo de alcoholismo crónico a los 48 años, víctima de una cirrosis y persiguiendo virtuales comunistas en sus alucinaciones alcohólicas.

ARGUMENTOS PARA LA FE

ARGUMENTOS PARA LA FE

No fueron las “las cinco vías de Santo Tomás”, ni las historias contadas por los evangelistas, ni las decisiones conciliares, ni tampoco las catequesis infantiles, los argumentos que convencieron a muchos creyentes de los dogmas y la doctrina católica, sino el fuego eterno del  infierno aderezado con la felicidad perpetua del cielo, junto al Padre, al Hijo, al Espíritu Santo, los ángeles y los familiares muertos que allí esperaban.

Seis siglos de Inquisición hicieron el trabajo sucio de la fe llevando al redil del buen pastor las incrédulas, desobedientes y rebeldes ovejas que iban por la senda del vicio, decretando los capelos impositivas páginas contra herejes, insumisos, brujas, homosexuales y paganos, que ardían en hogueras públicas presididas por la autoridad eclesiástica.

Los argumentos empleados por inquisidores para convencer incrédulos, obtener reconversiones a la fe y autoinculpaciones de pecadores, eran muy variados en sus “razones”, pues iban desde los collares de púas hasta péndulos rompehuesos, pasando por torniquetes estrujadedos, planchas aplastacabezas y sillas con pinchos.

A tan persuasivos métodos se añadían las garras de hierro para desgarrar la carne, agujas que penetraban lunares, tenazas al rojo vivo, camas que se estiraban hasta descoyuntar piernas y brazos, fuego en los pies y toneles llenos de excrementos donde sumergían a los indeseables.

Los herejes, homosexuales y putas tenían reservada la “pera” que dilataba las bocas de los blasfemos, el ano de los sodomitas y la vulva de las amantes de satanás, hasta desgarrar fauces, anos y vaginas, mientras que las adúlteras eran mejor tratadas pues los verdugos se conformaban con triturarles las tetas y pezones con unas pinzas, para que confesaran o se convirtieran a la fe.

 Sencillos métodos empleados por sayones para conseguir que el torturado dijera lo que el martirizador quería oírle decir, si deseaba salir del sótano inquisitorial con la bendición apostólica en el cuerpo destrozado, el rosario en una mano y el cielo en la otra.

EL OTRO HALLOWEEN

EL OTRO HALLOWEEN

El mundo, en el que España está inmersa, no ha finalizado su noche de brujas hace unas horas, sino que continúa su Jalouín por la vía dolorosa hacia el calvario, caminando sin apenas fuerzas y con gran resignación, pero sin atreverse a nada.

Las máscaras han ocultado durante unas horas rostros doloridos, y la fiesta nocturna ha pretendido sustituir el deseo oculto de muchos ciudadanos y ciudadanas de enarbolar hoces, guadañas y horcas, contra los que sonríen en parlamentos y consejos de administración.

Es una pena que hayamos importado de los Estados Unidos las hipotecas basura y las noches de terror, dejando a un lado los grandes valores democráticos de ese país, su estima por la competencia de los mejores y su desprecio a los sinvergüenzas.

Tampoco entiendo muy bien que se dediquen noches a historias de miedo y películas de terror, como si fuera poco la que está cayendo, y pretendiéramos ocultar la angustia de mañana con disfraces sanguinolentos, cabezas taladradas por cuchillos y rostros deformados para asustar a inocentes vecinos y amigos, sin atrevernos a inquietar con acciones definidas a los farsantes, politiqueros y especuladores, en un alarde público de máxima confusión.

Ayer mantenía la esperanza de que esta noche ardiera en las hogueras éticas comprometidas quienes viven a costa del sudor ajeno, recordando que, por menos motivos, la Inquisición chamuscaba a los herejes. Pero no ha sido así.

Tampoco he visto desenterrar hachas de guerra contra los depredadores, porque las inofensivas armas de caucho preocupan menos a los impostores que las sentadas de los dignos indignados en las plazas municipales o las pancartas.

¿Pesimista, me decís? No. Es, simplemente, – ¿simplemente? – que todavía estoy digiriendo la traca final de los actuales diputados con los futuros padres de la patria, regalándoles un kit tecnológico, formado por cientos de tabletas iPades, iPhones y líneas ADSL privadas, con un gasto de ¡un millón de euros!, que pagaremos usted y yo, aunque no participemos en el reparto. Ello gracias a tres diputados del PSOE y dos del PP, que han dado la cara por los demás. A sus señorías no les bastaba con el ordenador portátil que tenían, el iPhone que disfrutaban, la línea ADSL, el ordenador de mesa en el despacho y el otro en el escaño. ¡Qué pena!

También me está costando digerir la jugada de mi tocayo en Caja España-Duero, no por los 520.000 euros que se va a llevar por la cara del bolsillo de los impositores, sino por atreverse a llamar demagogo al resto del mundo que lo censura y por considerarse a sí mismo “trabajador”. ¡Qué ironía!

Comprenderán ahora, que viviendo ya lo suficientemente aterrorizado con tanto sinvergüenza a nuestro alrededor, considere un exceso añadir al miedo natural que nos embarga, una noche de terror.