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Etiqueta: británico

SARCASMO

SARCASMO

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De sarcásticas podemos calificar las recientes declaraciones del ex líder laborista y ex premier británico, Tony Blair, pidiendo perdón por la guerra de Irak y la promoción del Estado Islámico, reconociendo que la información facilitada por la “inteligencia” era errónea y que no existían armas de destrucción masiva. Vale, tío.

Cinismo y sarcasmo por parte de este mandamás que no merece más consideración que el desprecio mundial y su paso a las páginas de los libros como cómplice genocida de los otros dos componentes del trío de matones que se reunió en las Azores para enviar al matadero a ciudadanos que pagaron con la vida su hipotético error.

El arrepentimiento de Blair es un burla sangrienta que merece la condena colectiva, una mordaz ironía con insultante descaro, una ofensa al sentido común, un cruel ataque a la paz que merecemos los ciudadanos, hartos de matarifes que dictan sentencias de muerte desde los despachos para miles de ciudadanos, sin pisar ellos la trincheras.

Es difícil creerse el error de unos servicios de inteligencia muy inteligentes, – capaces de fotografiar la página de un periódico desde varios kilómetros de altura y trucar todo aquello que los Grandes Hermanos les piden falsificar -, sin sospechar una segunda verdad que todos conocemos y nadie sabe.

Pero más sarcástico es aún que pusieran una zorra a guardar el gallinero, destinando a Blair como “enviado para la paz” ( ¡¡ Dios !! ) a Oriente Medio, en representación de la Unión Europea, Rusia, EEUU y la Naciones Unidas, dedicándose ahora este católico convicto y confeso, a trabajar como asesor de empresas energéticas en Oriente Medio, controlar el fondo de inversiones de los Emiratos Árabes y servir con sueldo millonario a la familia real kuwaití.

LA ABUELA DE EUROPA

LA ABUELA DE EUROPA

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Reinó Victoria en Inglaterra durante 63 años llegando a ser la abuela de Europa, al casar 26 de sus 42 nietos con miembros de la realeza europea, para orgullo de los 9 hijos que tuvo quien fue también emperatriz de la India durante 25 años.

Toda la época victoriana estuvo sometida a la voluntad de la señora, que disfrazó su poder de monarquía constitucional, para hacer políticamente cuanto le convino en privado, expandiendo el imperio británico con la austeridad, modales y buenas costumbres que definieron este periodo regentado por ella, donde la dignidad, el respeto, la autoridad y la familia fueron las cuatro patas de su reinado.

Junto a toda la formalidad imaginable, Victoria tiene el privilegio de ser la mayor traficante mundial de droga en el siglo XIX, haciendo del opio la mercancía más importante de su imperio, inundando de amapolas la India que luego exportaba a China donde llegó a tener 12 millones de consumidores en 1839, hasta que el emperador chino prohibió el tráfico para evitar la ruina económica, física y psíquica de la población, dando lugar a la guerra del opio, por considerarlo Victoria un atentado contra el libre comercio.

El devoto cristiano John Bowring gritó que “Jesús era el comercio libre”, antes de bombardear Cantón, y la reina Victoria terminó a cañonazos con Pekín, sometiendo a los chinos y aumentando el número de drogadictos, lo que compensó sobradamente los gastos de la guerra, mejorando sensiblemente las arcas del imperio británico.

LA SAL DE LA LIBERTAD

LA SAL DE LA LIBERTAD

Cuando Mahatma Gandhi se puso en 1930 al frente de la marcha de la sal, las ironías, desprecios y burlas de los periódicos hindúes redactados en inglés, fueron unánimes, porque los británicos habían prohibido a los nativos consumir su propia sal, a pesar de ser mejor y más barata que la importada de Liverpool.

Pero aquel hombre diminuto, delgado y miope, que semidesnudo caminaba apoyado en un bastón, inició su andadura hacia el mar con un pequeño grupo de peregrinos al que se fueron añadiendo miles de ellos, en tan sufrida, valiente y arriesgada caminata.

Cuando llegaron al mar tras un mes de marcha, cada uno de ellos cogió testimonialmente un puñado de sal con la única intención de violar la ley, en un acto de desobediencia civil contra el imperio británico, que condujo finalmente a la independencia de la India en 1947, aunque en aquel intento muchos insumisos cayeron ametrallados por fusiles ingleses y más de cien mil acabaron en las cárceles.

El poder siempre ha temido y condenado la desobediencia civil porque su aparición lo aniquila, pero cuando el desprecio y la hambruna llaman a la puerta solo cabe la rebeldía.