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Etiqueta: banderillas

¿ CULTURA O TORTURA ?

¿ CULTURA O TORTURA ?

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aHoy comienza en Madrid la feria taurina más taurina de todas las fiestas taurinas, que se alargará durante ¡31 días!, hasta el domingo 8 de junio con los “miuras”, dando pie a este antitaurino para desahogarse con los amigos que se acercan a este blog, sabiendo que muchos de ellos son grandes aficionados y  defensores de esta fiesta, que no sé por qué se llama nacional.

En el rancio debate sobre la “fiesta nacional” que los interesados y aficionados califican de cultura, y el resto de ciudadanos como tortura, me uno al segundo grupo tras permanecer durante mis juveniles años en el primero de ellos, comprometido con un festejo que ahora se me antoja degollina.

Torear es el esfuerzo baldío de toreros, con capotes, banderillas, muletas y estoques, por embellecer la matanza pública de un hermoso animal nacido para el sacrificio en plaza pública, ante ciudadanos enardecidos por la lucha desigual que libran sobre el albero, toros y toreros.

Orgía festiva en la que participan dos especies animales con parecido instinto y diferente racionalidad, – para deleite de seres humanos supuestamente racionales -, con quiebros y engaños mortales para la víctima, que es arrastrada, tras la matanza, al desolladero por mansos cuadrúpedos.

Lidiar al toro es prepararlo para la muerte cierta, debilitándolo lentamente con progresivos castigos y burlas disfrazadas de colores, hasta completar el rito ancestral de la carnicería con un estoconazo, entre júbilo colectivo, pasodobles y flamear de pañuelos en los tendidos pidiendo desorejar al toro para entregar los apéndices como trofeo al enlucido matarife.

Es el torero, mitológico supermán de pacotilla, sin cualidades sobrehumanas ni poderes excepcionales, que pone sus testículos sobre los aficionados cuando sale triunfante a hombros de la plaza, simbolizando el éxito ante quienes llevan a cuestas su fracaso anacrónico, desfigurado, sangriento y cruel.

El animal sacrificado es un tótem mitológico que la tribu de ganaderos y toreros exhibe como protección de sus intereses ante los aficionados que alimentan con palmas, “olés” y gritos un espectáculo que se hace basura en los despachos, enjaules y chiqueros, antes de oscurecer con sus trajes de luces la podredumbre de “sobres”, manipulaciones, “afeitados” y drogas a los astados, antes del festejo, como denuncian las plataformas antitaurinas

Más que arte hay “harte”; más que silencio, hartura; y más que cultura, tortura. Espectá-culo donde el toro agoniza paulatinamente en los veinte minutos de lidia, impidiéndome callar entre la indiferente mayoría que se niega a participar en la verbena enrojecida que solo beneficia a una selecta minoría.

MEDIOCRE CLASE MEDIA

MEDIOCRE CLASE MEDIA

Unknown

Afirma un sabio muy hondo en las ondas, que la clase media es la más castigada por los recortes y la que más está sufriendo la crisis provocada por la clase alta, olvidando que la clase baja está por los suelos, mientras la clase media soporta con resignación cobarde las banderillas negras que le están poniendo en los costillares, sin decir esta boca es mía.

A comienzos del siglo pasado circulaba un refrán que decía: el sultán, pega al árabe, el árabe al moro, el moro al judío y el judío al burro. Y como el burro no tiene a quien pegar, tira coces al aire…. En esta cadena de castigos, el sultán es el poder financiero; el árabe es el Gobierno; el moro la clase alta; el judío la clase media; y el burro la clase baja.

Cabe esperar que el burro, harto de recibir palos, propine coces al judío, pero no es probable que continúe la inversión de la cadena, porque la clase media no parece dispuesta a moverse del sillón, conformándose con la supervivencia en medio de la catástrofe, maniatada por la tibieza y el conformismo, mientras golpea a la clase baja con la indiferencia, permitiendo que ésta siga en la miseria a la que está condenada a vivir.

La mediocridad de la clase media hace posible el asentamiento de los mediocres en las Instituciones públicas, oficializando así la mediocridad institucional votando a los mediocres, sin darse cuenta que estos no van a sacarles las castañas del fuego, porque sólo buscan satisfacer ambiciones personales, otorgadas por urnas escasamente democráticas.