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DULCE SABOR AMARGO

DULCE SABOR AMARGO

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Dulce sabor produce la decisión de los magistrados del pleno de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional apartando a los jueces Enrique López y Concepción Espejel – Concha para los amigos – del tribunal que juzgará el caso de Gürtel, destapado por Esperanza Aguirre como ella bien sabe, provocando con su descubrimiento incomprensibles carcajadas en los patos del Retiro.

Pero también, sabor amargo deja en el paladar moral la misma sentencia, porque tal espectáculo se podría haber evitado si los jueces inhabilitados hubieran sufrido el ataque de cordura necesario para autoexcluirse del tribunal por su evidente proximidad al Partido Popular, actitud que hubiera dignificado la Justicia y merecido el reconocimiento público de los ciudadanos al ver tan ilustre dama con la venda sobre sus ojos.

Son los jueces personas de carne, hueso, cerebro y pensamiento, con derecho inalienable a tener ideología y criterio propios que no interfieran su independencia profesional en el momento de dictar sentencias, comprometida esta sustancialmente si los magistrados se implican y colaboran activamente con el partido político de su preferencia.

Esto explica que el nuevo tribunal encargado de juzgar el maloliente caso Gürtel haya quedado formado por don Ángel Hurtado como presidente y ponente, acompañado del conservador don Julio de Diego y el progresista don José Ricardo de Prada, todos ellos sin vínculos partidistas, pero inevitablemente ideologizados como estamos todos los seres humanos racionales y pensantes.

25 DE JUNIO

25 DE JUNIO

junio

Federico nos recuerda en su romancero que un día como hoy le dijeron a el Amargo:  “Ya puedes cortar, si gustas, las adelfas de tu patio. Pinta una cruz en la puerta y pon tu nombre debajo, porque cicutas y ortigas nacerán en tu costado
 y agujas de cal mojada
 te morderán los zapatos. 
Será de noche, en lo oscuro,
por los montes imantados,
 donde los bueyes del agua 
beben los juncos soñando.
 Pide luces y campanas.
 Aprende a cruzar las manos 
y gusta los aires fríos 
de metales y peñascos. 
Porque dentro de dos meses 
yacerás amortajado”.

Esto escribía García Lorca, dedicándoselo a su enamorado Emilio Aladrén, cuando rompió las relaciones sentimentales con el escultor, en vísperas de su viaje a Nueva York, donde escribió su mejor poemario mientras compartía jornadas de amor con el poeta vermontés Philip Cummings, en una casa a orillas del lago Eden.

Profeta Federico y poeta Lorca, que anticipó al Amargo su muerte y enterramiento con ortigas en el costado de la tumba abandonada donde quedarían sus restos, sin prevenir que su propio cuerpo permanecería eternamente errante sin paradero, ni tumba, ni cruz, ni nombre debajo.

De mi visita al barranco de Víznar conservo como una reliquia encristalada en mi biblioteca, una ramita de olivo con olor a despedida, latido de dolor creciente y fatiga inconsolable por el esfuerzo baldío de retroceder en la historia a la noche del 17 de agosto en La Colonia.