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Etiqueta: Agencia Tributaria

SERES NUMERALES

SERES NUMERALES

Para resolver una reclamación comercial me pidieron ayer el número de identificación nacional, confirmándome una vez más que hemos perdido nuestra identidad personal en una sociedad que nos ha transformado en dígitos despersonalizados para facilitar la suma de papeletas electorales, la resta de derechos humanos, la multiplicación de obligaciones y la división de opiniones.

Al parecer, el Gran Hermano no quiere que seamos animales racionales con genoma propio, ni realidades sustantivas independientes, ni primates con pensamiento lógico, ni seres vivos con identidad determinante o individuos singulares caracterizados por una personalidad insustituible. Pretende que seamos, sencillamente, números.

Dígitos que nos determinen, identifiquen y definan, despersonalizándonos hasta convertirnos en garabatos babilónicos, sin especificidad corporal ni rasgos propios desde el día que nacemos, cuando nos adjudican el primer número en el paritorio de la cuna hospitalaria, hasta otorgarnos el último número en la tumba de esta vida numérica.

Nos asignan un número de orden en el colegio, otro nos identifica como ciudadanos, la Agencia Tributaria nos tienen numerados y ocupan espacio en nuestra mente los números de las tarjetas bancarias, matrícula de coche y seguridad social, ya que estamos subsumidos en múltiples números diferentes para una misma identidad, dispuestos a convertir nuestro nombre en complemento decorativo de la existencia.

Tenemos números en los clubs sociales y deportivos; números de lectores en las bibliotecas; de suscriptores, en los periódicos; de investigadores en los archivos; de clientes, en los comercios; de pasaportes, en las fronteras; y de turno, en el supermercado, porque en las colas hemos sido todos los números.

EL FRAUDE FISCAL NO TIENE SOLUCIÓN

EL FRAUDE FISCAL NO TIENE SOLUCIÓN

Quienes hubieran leído el original de este artículo se sorprenderán al ver que el actual nada tiene que ver con el anterior.

Efectivamente, la confianza en un amigo bienintencionado que me envío los datos que utilicé para escribir el artículo, me impidió contrastar las noticias que me mandaba. Pero otras tres personas – dos amigos y un desconocido – me han advertido sobre los «añadidos» que en tal reseña se consignaban, obligándome a ir a las fuentes originales para comprobar que en el artículo de Vicenç Navarro, publicado el 21 de octubre no aparece ninguno de los nombre referidos por el primer amigo, que yo cometí la ingenuidad de creerme y reproducir en esta bitácora.

Asumiendo la responsabilidad que me corresponde, pido disculpas a las personas citadas en aquel artículo y «prometo que no volverá a ocurrir», al tiempo que exculpo a mi informador porque él también cayó en la trampa que le tendió su hermano sin segundas intenciones.

No es el temor a la justicia lo que me lleva a la corrección, sino en estricto servicio a la verdad que siempre he tenido como guía en mis actuaciones.

Queda dicho.