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Etiqueta: acantilado

HACIA EL DESPEÑADERO

HACIA EL DESPEÑADERO

Unknown

En Head-Smashed-In, los canadienses cazaban bisontes despeñándolos por los acantilados, tras engañarles disfrazándose con pieles de becerro y mugiendo como si fueran crías, para que los adultos acudieran en su ayuda, y cuando estaban todos reunidos los acosadores cambiaban su disfraz por el de lobos y coyotes, espantando a la manada y provocando la estampida de los bisontes hacia los acantilados, cobrándose así ejemplares que les alimentaban y protegían con sus pieles del frío.

La experiencia de estos animales despeñados con trampas y disfraces, debe ponernos en estado de alerta y dejarnos engañar por los coyotes solamente en la primera parte de tan macabro juego, uniéndonos todos para ayudar nuestras jóvenes criaturas, perjudicadas por una situación que no merecen.

Pero, una vez juntos, no consintamos el engaño de lobos con piel de cordero, ni permitamos ser embaucados con grandes palabras de calderilla por quienes se benefician de la situación que han provocado. Permanezcamos unidos en nuestro sitio sin correr en desbandada hacia el acantilado donde pretenden llevarnos, y plantémosles cara enfrentémonos a ellos hasta expulsarles de las poltronas políticas y financieras que ocupan.

FRENTE AL MAR

FRENTE AL MAR

Unknown

No veo costa da morte alguna en la costa de vida que ahora contemplo desde un acantilado mientras escribo en mi cuaderno la nota de hoy, amparado por la luz inmaculada y diáfana de las primeras horas del día, que llega envuelta en un halo de romántico amanecer alentando la jornada, lejos de la prisa y el acoso tenaz de cláxones en asfaltos de ciudades turbulentas.

Temblores de luz sobre un mar de confusión, donde las olas rompen espumas dando pinceladas blancas a la superficie azul del océano, igual que titilan las estrellas en el cielo nocturno y los espejos rotos reflejan destellos virtuales sobre el horizonte cálido en esta mañana gozosa de luz, preludio de calimas estivales.

La nostalgia se amorriña con el deleitoso cansancio que hasta aquí me ha traído, paso a paso, por caminos verdes de olvidadas ermitas donde los enamorados se juraron amor eterno un lejano día de primavera, sorteando las piedras del camino que después hicieron imposible el regreso a los manantiales de amor, hoy secos por decisión ajena a voluntades propias y deseos presentidos.

Acaricio el aire contraviniendo la orden del viento y tomo la brisa por amiga sin más pretensión que descansar sobre ella, mecido en el rumor del viento que juguetea entre los tallos, mientras la hierba susurra en voz alta su crecimiento para que todos podamos oír ese milagro de la vida, como un día lejano sucedió en el valle del Burbia.

Estos sentimientos quiero dejar hoy en mi bitácora al repisar otra vez Galicia, con la extrañeza de que nada me sea extraño y todo se haga nuevo frente al mar, conjurando maldades y sinsabores en el verdor esperanzado de este rincón de España, que cada año me acoge como un hijo más de su tierra.