GABO Y LAS MUJERES

GABO Y LAS MUJERES

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Hace hoy seis meses que el cuerpo de García Márquez emprendió el viaje definitivo, pero su espíritu permanece entre nosotros envuelto en una eterna sonrisa y las páginas por él escritas seguirán deleitándonos mientras aquí permanezcamos, complaciendo a generaciones futuras hasta que caduque el alfabeto y se descomponga el diccionario.

Este enamorado de la belleza alentadora de poesía, de la vida como sustento creativo y de la literatura como alimento sustancial, nutrió su soñador espíritu con el sencillo amor humano de las mujeres que conoció, imaginó, soñó, amó y elogió en su vida, proclamando que “la única idea nueva que podría salvar a la humanidad en el siglo XXI es que las mujeres asuman la dirección del mundo”…

Bastaría con esto para explicar la devoción sentida por Gabo hacia las féminas, pero no quedó ahí su afecto, admiración y respeto por ellas, pues fueron muchas las ocasiones en que se inclinó reverencial ante ellas elogiando sus virtudes singulares, grandeza humana y belleza singular.

Los 56 años de leal y feliz convivencia con Mercedes Barcha, justifican el lugar preeminente que su mujer ocupó en la vida de este mujeriego, llegando a decir que si no hubiera sido por Mercedes, jamás habría sido Gabriel García Márquez, aunque en su viaje a Europa perdiera un hijo con la actriz Tachia Quintana, negándose a comentar la vida secreta a sus hermanas Aida y Ligia .

A estas mujeres se añade la abuela Tranquilina Iguarán que inspiró sus narraciones y la maestra Rosa Elena que le enseñó a leer y escribir, a quienes se unieron todas las que estabilizaron su ánimo, haciéndole decir: “Siento que nada malo puede sucederme cuando estoy entre mujeres. Me producen un sentimiento de seguridad sin el cual no hubiera podido hacer ninguna de las cosas buenas que he hecho en la vida. Sobre todo, creo que no hubiera podido escribir”.

Su veneración, gratitud y respeto hacia ellas, le llevó a incorporarlas en lugar preeminente de su obra literaria, donde nos encontramos con Úrsula Iguarán, Mamá Grande, Fermina Daza, Amaranta, Remedios, Ángela Vicario y tantas otras que protagonizaron sus narraciones.

El realismo mágico de sus novelas llegó de la mano de Mercedes “la Gaba” y la cegatona Tranquilina, aportando ambas la creatividad, imaginación y fantasía de sus narraciones, alimentadas con la serenidad, el talento y la belleza de su inseparable esposa, invitándole a decir que nada tenía más lindura en la naturaleza que una mujer hermosa.

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