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Año: 2019

INOCENTES Y NOCHEVIEJA

INOCENTES Y NOCHEVIEJA

Hoy domingo 29 de diciembre llega a nosotros con el corazón tan “partío” como el del cantante Sánchez Pizarro, ocupando espacio entre los santos inocentes que ayer celebramos con bromas pervirtiendo el significado de tal recuerdo, y la festivalera Nochevieja con sabor etílico, bailes latinos, rojizas prendas íntimas y saturnal festín.

Mitad de nuestros corazones dedicados hoy a recordar la inocente prostituta que unos farsantes trajeron desde no se sabe dónde, engañada con promesas falsas. Mitad descorazonada evocando al inocente parado sin salario de subsistencia. Al inocente hambriento que busca alimentos caducados en los contenedores. Al inocente niño seducido por un puñado de caramelos que termina en las páginas más detestables de Internet. Al inocente sursahariano que duerme sobre cartones y es explotado por un empresario sin escrúpulos. A los inocentes muertos víctimas de la locura guerrera humana. Mitad del corazón enarbolando por todos ellos la bandera de la paz y la solidaridad tras una pancarta que pide justicia para todos los ajusticiados injustamente, amparados por leyes al servicio de los justicieros.

La otra mitad de nuestro corazón “partío” funde en Nochevieja risas y lágrimas; compañía y soledad; hartura y hambruna; ensimismamiento y olvido; en un despreciable juego donde pierden los que nunca han ganado, ni se espera que ganen en la vida, conocidos en todas las latitudes con el nombre de perdedores.

Analizando los posos depositados en el fondo del odre viejo que termina, vemos mucha soledad paseándose por las almas de los discapacitados mentales aparcados en residencias, mientras las familias toman festivamente las doce uvas con amigos.

Asomándonos por el ojo de la cerradura vemos a los ancianos en asilos, humedeciendo la soledad con sus lágrimas, mientras los familiares brindan con espumoso zumo de uvas, envueltos en serpentinas y confetis.

Paseándonos entre permeables tiendas de campaña, contemplamos las siluetas de los refugiados desarraigados de la tierra que los vio nacer, esperando la salvación celestial que no les llegará, porque a nadie interesa su redención.

Observando la foto de un buitre acechando a un niño famélico en cuclillas sobre el suelo, seguimos sin comprender que el ser humano prefiera invertir en armamento el dinero que eliminaría la hambruna.

Pregunta los inocentes de ayer pisando las uvas de Nochevieja, por qué los políticos se han dejado suplantar por politiqueros; los estadistas, por electoreros; los sindicalistas por sindicalistos; los empresarios, por explotadores; los inversores, por especuladores; los apóstoles, por capelos;  y los trabajadores, por ovejas temerosas al pastor y sus mastines, cuando un topetazo de los muflones bastaría para arrojar a los rabadanes por el despeñadero.

NOCHEMALA

NOCHEMALA

Hagamos público esta Nochebuena nuestro recuerdo a quienes vivirán otra nochemala, sin haber nada para merecerla, por culpa del azar que los trajo a la vida en pobre cuna, o por capricho del injusto destino que embridó su historia personal, encristalándola en espacio de dolor, abandono y soledad.

Apaguemos un minuto las multicolores luces artificiales que iluminan las calles, para ver la penumbra de las velas en los campos de refugiados, enlodados por lluvia mezclada con llanto de los expatriados.

Vaciemos por un minuto los presuntuosos escaparates de superfluo lujo, y pongamos sobre ellos la manta cálida del recuerdo a quienes duermen en portales, bancos municipales, andenes de estaciones o chabolas al descubierto.

Acallemos los mostradores comerciales dominados por la extravagancia del despilfarro, y pongamos sobre ellos el rostro de los sinrostro, enlagrimado de dolor y miedo a la subsistencia más allá del siguiente minuto de su vida.

Silenciemos los altavoces que jalean con zambombas y panderetas villancicos que cantamos un día con quienes se anticiparon a nosotros en el gran viaje, y saquemos de los cajones las fotos en sepia para abrazarlos.

Pongamos sordina a los brindis por la salud, y acerquémonos al silencio opaco de los hospitales donde se apiñan familiares en torno al enfermo cuyas enloquecidas células caminan sin rumbo, poniendo en entredicho su vida.

Demos, finalmente, continuidad a esta noche de fraternidad compartida, que llega a nosotros con billete urgente de vuelta a la inevitable realidad de cada día, sin renunciar a sentar en nuestra vida a quienes no tienen mesa donde sentarse, ni afanes que compartir, ni amigos para estrechar, porque el amor ha pasado de largo por su puerta negándose a habitar entre ellos.

NOCHEVIEJA ¿UNIVERSITARIA?

NOCHEVIEJA ¿UNIVERSITARIA?

Un año más, los hunos han tomado la ciudad con rojos sombreros de tres picos que nada tenían que ver con la novela de Alarcón, pues los iletrados que con ellos cubrían la única neurona de su cerebro merecían más el bicornio propio de las reses bravas que pastan bajo las encinas del campo charro.

Lamentable espectáculo ver el ágora salmantina convertida en estercolero urbano; penoso contemplar los ajardinados espacios verdes transformados en botellonáceos cascarones de plásticos; deplorable caminar por aceras emplastadas con repugnantes vomitonas; enojoso esquivar el mobiliario urbano rodando por el suelo; sirenas ambulantes dando inmerecido servicio a etílicos semovientes; médicos ocupados en desintoxicar venas y resolver lesiones; cocapolva blanqueando apéndices nasales; y el repulsivo espectáculo de ver indocumentados mentales evacuando sus vejigas urinarias sobre las puertas de templos, cancelas, columnas y rincones convirtiendo la ciudad en un deplorable mingitorio.

Estas son las fotos de la pasada “nochetriste” que contemplamos una vez más en una ciudad de “cultura y saberes” denigrada por nativos descerebrados y cómplices foráneos de ambos sexos, que convirtieron la ciudad patrimonio de la Humanidad en estampa revivida de la Pentápolis bíblica, dominada por la sinrazón de una tribu de cuadrúpedos que cocearon lo que a su paso encontraron.

¿A quién beneficia el bochornoso festejo que ha degenerado desde sus inicios hasta una degradación que los propios estudiantes comienzan a censurar? ¿Cuántos universitarios acuden a la “Nochevieja universitaria” formando parte de la marabunta devastadora que convierte la ciudad en vertedero? ¿Quién salva a los salmantinos del rastro de miseria inculta dejado por bípedos depredadores entre desperdicios, vasos rotos, meadas y excrementos?

Fue imposible encontrar entre tanto etanólico a los jóvenes talentos que se han visto obligados a emigrar de la ciudad por falta de futuro. Inútil buscar profesores universitarios en una nochevieja que poco tiene de universitaria. Absurdo rastrear entre los transgresores a jóvenes trabajadores, sensatos, responsables y divertidos, porque no formaban parte de la tribu devastadora que todo lo arrasó emulando al caballo de Atila.

Deambulando quedaron de madrugada piltrafas ebrias desparramadas por aceras y portales; despojos humanos tambaleándose como muñecos de trapo; espontáneos taurinos, semidesnudos y toreando coches en la calzada; y jóvenes envejecidos con pupilas desenfocadas, sentido común en punto ciego, glándula pituitaria anestesiada, trigémino social neurálgico, garganta ronca y cerebro en estado cataléptico, aprovechando que el consumo de alcohol se expendía en las barras a mitad de precio.

SECRETAS REUNIONES

SECRETAS REUNIONES

En democracia, el pueblo tiene el poder y los derechos que muchos le niegan, residiendo en los ciudadanos la soberanía. Esto significa que la democracia es respeto a opiniones ajenas, laicidad estatal, pluralidad ideológica y otras cualidades de igual importancia, pero que vienen escritas en letra pequeña al reverso de la Constitución.

Un pueblo demócrata y adulto no necesita tutelas, ni proteccionismo, ni poderes moderadores de ficticias tensiones, ni silencio negociador por parte de quienes ocupan sillones institucionales, despreciando el deseo del pueblo al guardar secretismo en las mesas de negociación, sin percibir que la lluvia de estos días es un buen momento para disolver en ella las leyendas y cuentos infantiles con que nos durmieron al recuperar la democracia.

Sabed, dominadores del cetro, la balanza y las leyes, que la democracia es luz, taquígrafos, transparencia y publicidad. No estamos pidiendo pintores de escenarios políticos clandestinos que hagan cuadros para los ciudadanos ciegos; ni presencia de orquestas en los procesos negociadores, que compongan música para quienes están sordos; ni periodistas que redacten informes dirigidos a los analfabetos. Pedimos, simplemente, que se respete la inteligencia colectiva. Que retiren los políticos de sus despachos las fotos que tienen del pueblo con los patucos puestos y el chupete en la boca.

Aunque nos den las peores noticias que cabe esperar, es mejor saber lo que está ocurriendo, que ignorarlo. Preferimos saber la verdad, por dura que sea, a vivir ignorantes sobre los platos que se están llevando a las mesas de negociación. Deseamos conocer los guisos que se preparan en las cocinas políticas, para evitar ser envenenados. Queremos estar informados de las palabras, los gestos, las razones y argumentos que cada cual esgrime para convencer al adversario y nos gustaría participar en las decisiones más allá de las urnas, porque las papeletas no son un contrato firmado en blanco sin contenido.

Preferimos sufrir sabiendo la ruta por donde se nos lleva, que ignorar por donde se nos obligará a ir, aunque pretendan conducirnos al más poético parnaso y acabemos en el despeñadero.

BRIBONES

BRIBONES

Se disputan los primeros partidos del colorín político el liderazgo en la corrupción, debatiendo entre ellos con dialéctica barata de mercadillo, sobre quien merece el segundo puesto en el ranking nacional, como si tal posición fuera un eximente que indultara de los graves delitos cometidos por los protagonistas de los EREs. y la GURTEL.

Piden los correligionarios de uno y otro bando que todos guardemos silencio hasta que un tribunal superior diga la última palabra, argumentando uno de ellos que se trata de “ranas” sueltas en batraciolandia, y el otro que los condenados no han metido la mano en la caja, sin aceptar ninguno de los dos que los implicados por ambas partes son unos bribones que han hecho del servicio público bellaquería y picardía, profesionalizando la briba en despachos institucionales.

Granujas que se han dedicado a expoliar lo nuestro en horario continuo y sin desmayo, exhibiendo en la plaza pública su descaro. Personajes carentes de honra y vergüenza; falsos, con viciosas costumbres y amañadas mañas, gracias a los cuales tenemos el privilegio de ser uno de los países más corruptos de Europa. Insolidarios, astutos y taimados, merecedores de llevar al cuello un sambenito con la más satírica letrilla quevediana.

Es larga la miserable lista de tales depredadores, protagonistas de la más negra novela de todas las novelas negras. Bribones aficionados al trapicheo o la mangancia, bien amarrados a sillones oficiales, sabiendo que en España sale muy barato multimillonizarse ilegalmente o hacer de la función pública cortijo propio con oficina de colocación incluida para familiares y amigos, y ventanilla de pago a cambio de votos.

En este gremio de tunantes sin escrúpulos la ética tiene el mismo valor que una señal de tráfico en el desierto, perteneciendo a tan despreciable club una fauna carroñera de distinto pelaje ideológico, profesional y político, donde conviven católicos de pantomima, con agnósticos de pasarela; financieros ocasionales, con taberneros oportunistas; golfos disfrazados de ediles, con gañanes venidos a constructores; y funcionarios disfuncionales, con testaferros expatriados en la nada metafísica.

El uniforme exigido para ser aceptado en esta secta de polítiqueros es muy simple porque se reduce a unos guantes blancos y cuello tan duro como su cara, para esconderla cuando alguien les señale con el dedo. Depredadores y cortijeros, su código moral de comportamiento se reduce a dos palabras: ¡¡a forrarnos!!; o a cuatro: ¡¡el cortijo es nuestro!!

RESISTIR

RESISTIR

Camiliño, nuestro último premio Nobel, solía decir que en España el que resiste, gana. O, lo que es igual, en España gana quien resiste. Pero la resistencia no siempre es igual, porque no todas las personas están en las mismas condiciones ni tienen el mismo aguante. En esto, los políticos aventajan al resto de los mortales porque están adiestrados para la resistencia, mientras los votantes agotados desertan, se aburren y hastían, ahogando en la impotencia la resignación por hechos que desaprueban.

Abandonada la lógica natural, oscurecido el sentido común, desterrado el concepto de Estado, postergada la convivencia social, desempolvados anacrónicos fantasmas y con los ciudadanos cansados de defender causas que se defienden solas, quedan pocas opciones para la resistencia, mientras las náuseas nos impiden digerir los platos que nos ponen sobre la mesa política.

Son tantos los digo-diegos, tanta la mendacidad dominante, tantas las promesa incumplidas y tantas las contradicciones, que los ciudadanos deambulamos sonámbulos con el emoticono del asombro en la cara, incapaces de dar una respuesta, porque a nuestra rebeldía apenas le quedan unas gotas en el depósito de la resistencia, mientras planea sobre nuestras cabezas el buitre negro de una nueva crisis, que solo afectará a quienes no la estamos provocando.

Nunca la sordera política fue mayor, aunque todos los líderes presuman de haber entendido el mensaje del pueblo, sin comprender nada. Todos presumen de victoria, menos el “ciudadano” que perdió la brújula y ninguno de su equipo fue capaz de prevenirle sobre el acantilado que tenían delante, donde todos se han despeñado camino de la travesía del desierto que les espera.

Mientras se ponen fronteras unos a otros desde las tribunas, la humanidad cruda y espesa de militantes forman coro rechazando que “no” debe en ocasiones ser “sí”,  o gritando “a por ellos” con la amnesia propia de quien olvida las consecuencia que ese grito ha tenido para los españoles en su historia, cubriendo con ignorante yeso el cuadro de los garrotazos de Goya, preludio de la tragedia más indeseable.

Felicitemos, pues, a todos los líderes vencedores por la derrota que los ciudadanos hemos sufrido, recordándoles la herida que están abriendo como testimonio de una victoria que entrará en la historia por la puerta de atrás, siendo recordados tales líderes como los más carentes del sentido de Estado tan necesario en estos momentos de obligado entendimiento, concordia y esfuerzo unido para salvarnos de lo que parece inevitable.

LEY ELECTORAL

LEY ELECTORAL

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Hoy debemos ir todos a las urnas siguiendo instrucciones dictadas por la Ley Orgánica del Régimen Electoral General (LOREG), aprobada en 1985 y con última modificación en 2018. Ley que discrimina el voto de las personas, pues no vale igual en las 52 circunscripciones, según la ley D’Hondt que la rige, beneficiosa para los grandes partidos.

Por eso insisten tanto los líderes de las más importantes organizaciones políticas en el “voto útil”, pidiendo a los votantes que sacrifiquen el voto al partido de su preferencia, para evitar que se pierda. Es decir, yo quiero votar a los “mejores” para mí, pero como es difícil que obtengan escaño por no llegar al 3 % o perder votos en el reparto fijado por la ley citada, entonces voto a los “menos malos” para evitar que ganen los “peores”, sacrificando así mi opción preferente.

Esto explica que los partidos minoritarios quieran modificar la ley y los mayoritarios se nieguen a ello. En lo que están mayoritariamente de acuerdo ambos bloques, – aunque no falten voces aisladas que digan lo contrario-, es en reservarse los partidos el injusto derecho que les autoriza a decidir qué personas irán al Parlamento, cerrando las listas electorales y hurtando con ello la posibilidad de que los votantes elijan a quienes deben representarles.

La segunda vuelta también ayudaría a clarificar la situación, como hacen los franceses, pues a la segunda ronda solo irían los aspirantes más votados, aunque el sistema tenga la desventaja de un incremento de abstencionistas.

En todo caso, no hay más opción que la disponible. Aceptémosla, pues, con resignación democrática y vayamos a votar al partido de nuestra preferencia, pero sin olvidar que el voto en blanco es un voto responsable defendido por Saramago en su “Ensayo sobre la lucidez” como censura a los políticos y sacudimiento de conciencias, siendo ese voto muy diferente a la abstención.