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Día: 18 de abril de 2015

RATEROS RATOS

RATEROS RATOS

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Ratero es quien hurta con maña y cautela cosas de poco valor, pero cuando el ratero tiene apellido para rato, entonces se vulgariza el ingenio del ladrón de guante blanco, haciendo del robo insulto al común sentido y mofa de la justicia que abre rendijas por donde se escapará el ladrón con su botín.

Esto sucederá al consejero de Telefónica Latam y Telefónica Europa, aunque haya sido formalmente abandonado por sus cómplices de partido, despreciado por sus preferentistas preferidos y vituperado por una sociedad que hizo doctrina de la sabiduría popular, en proverbios de indiscutible certeza.

El sabio refranero español elogia a quienes acreditan con sus acciones los mismos comportamientos que tuvieron sus padres, afirmando que “honra merece quien a los suyos se parece”, mereciendo el señor Rato el mismo trato que recibieron aquellos familiares que le precedieron en la saga familiar.

Quien todo ha sido en el mundo de las altas finanzas se parece mucho, pero que mucho, a los suyos, es decir, a los rateros que le antecedieron en la dinastía que él ahora encabeza, por lo que merece el mismo castigo que recibieron su padre, hermano y tío.

Sí, porque el millonario padre-patrón de Rato, es decir, Ramón, don Ramón, fue condenado en 1967 por el Juzgado Especial de Delitos Monetarios, a tres años de cárcel en Carabanchel y multa de 176 millones de pesetas por evadir dinero y quebrar dos bancos. ¡Qué perla de hombre!  Y después, su hermano Ramón y su tío Faustino también fueron condenados a dos años de prisión y 44 millones de pesetas de multa.

¡De casta le viene al galgo!, haciéndole acreedor de igual condena que la recibida por sus familiares, aunque viéndole sonreír y alzar la copa de espumoso líquido efervescente, intuimos que brinda por los imbéciles que seguimos confiando en todo aquello que deberíamos apartar del horizonte político, social y económico, para alcanzar la justicia que merecemos.

Deshonroso Rato que deshonra el refranero, denigra la honradez pública, avergüenza la ética, y delata a los aplauseros que ahora se esconden fingiendo ser engañados y no saber nada de las andanzas financieras de este ratero, falso hombre milagro y mito de cartón piedra con cara de cemento armado, descaro insultante y cinismo histriónico de quien sabe que la impunidad protegerá sus fechorías.