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Mes: marzo 2014

DETERGENTE JUVENIL

DETERGENTE JUVENIL

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En varias ocasiones he puesto mi esperanza en la justicia por encima de cualquier otra circunstancia, para limpiar el país de politiqueros, electoreros, corruptos, estafadores, despilfarradores, explotadores y otras gentes de mal vivir, que pisan con descaro en la sociedad llevando la insignia de la impunidad en la solapa, la sartén por el mango y el desdén en la mirada.

Pero el entusiasmo mantenido en que la redención viniera de los jueces está comenzando a diluirse como un azucarillo en el océano y espero poco de los libertadores judiciales, porque determinadas actuaciones de jueces y fiscales, no me permiten albergar mucha esperanza en la salvación de los valores humanos, sociales y democráticos que demanda la actual quiebra política, laboral y económica que padecemos.

Comienzo, pues, a poner mis desesperadas esperanzas en la rebeldía de una juventud noble y desinteresada, pensando que la valentía y honradez de los jóvenes es el único detergente capaz de limpiar la suciedad de corrupción, poniendo a cada uno en el sitio que le corresponde y salvando los valores realmente salvadores.

Solo alcanzamos a ver en los medios de comunicación la basura que sobresale de las alfombras, como punta de iceberg enmohecido con la podredumbre que anida en las instituciones, entidades financieras, religiones y otras organizaciones sociales amparadas por siglas que no se corresponden con la conducta que predican en sus códigos.

Nuestro rescate, amigos, no llegara del Banco Central Europeo, ni del F.M.I., ni de la justicia, sino de los jóvenes que nada tienen que perder porque les han robado el futuro aviesos corazones enfermos de codicia, ante la pasividad de los escaños, las togas, capelos y sindicatos, que han permitido el derrame sobre ellos de la undécima plaga bíblica, de la que se librarán con la misma fuerza que lo han hecho otras veces en la historia.

EBRIEDAD EN LA CEPA POÉTICA

EBRIEDAD EN LA CEPA POÉTICA

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En este día mundial de la poesía, celebrado con eventos literarios, lecturas populares, actos académicos y elogios a la poesía, yo me voy de paseo con el poeta más andariego de la ribera del Duero zamorano, decidido a levantar mi copa de vino y brindar por el recuerdo intacto que conservo de mi último encuentro con el espíritu limpio de una persona bondadosa, amable y sencilla, que solo tuvo pesares consigo mismo.

No quiero lamentarme por su muerte, sino recordar la felicidad que compartimos una noche de vino y confidencias, cuando ambos fuimos llamados a conferenciar en un acto académico celebrado sin previo aviso en una ciudad castellana de cuyo nombre no quiero acordarme, porque el jugo aterciopelado de las uvas nos embriagó de amistad.

Pasamos horas nocturnas de primavera, al abrigo de los veladores sin ocuparnos de las palabras que debíamos pronunciar al día siguiente, intoxicados de pitarra y semidormidos tras una noche se insomnio compartido, sin posibilidad de redención, ni penitencia que mereciera la absolución del público que nos esperaba al día siguiente.

Con nosotros estuvo Ángel González, traído por Claudio en el recuerdo de un viaje inolvidable que hicieron juntos por varias universidades americanas. También comparecieron en la ronda Biedma, Valente, Brines y otros poetas amigos, recorriendo con nosotros tabernas solitarias, hasta caer derrotados en las respectivas camas del hotel que nos habían reservado los organizadores de las conferencias.

Teníamos que hablar de poesía a un auditorio inquieto. Y pudimos hacerlo, porque la ebriedad nocturna se tornó en claridad fulgente por mutua comunión profana con los versos de Claudio Rodríguez, desentumeciendo milagrosamente las palabras que pronunciamos.

“Siempre la amistad viene del cielo, – me dijo parafraseando su poema – es un don: no se halla entre las cosas sino muy por encima, y las ocupa haciendo de ello vida y labor propias. Así amanece el día; así la noche cierra el gran aposento de sus sombras. Y esto es un don”.

Felicísimo don de la ebriedad aquella hermanadora noche. Indulgente turbación pasajera de los sentidos que nos fundió en un abrazo de madrugada, redentor del exceso de las cepas y cómplice de guiños previos entre nosotros, antes de comenzar los discursos.

Fue el don de la ebriedad aquella noche nuestro mejor presente, y el recuerdo imborrable que en mí perdura del poeta Claudio Rodríguez, que se llevó la parca miserable hace quince años, dejando a Clara sola y sin oportunidad de ir a buscarlo, porque esta vez fue de verdad su ausencia y se nos perdió para siempre en otra geografía.

CIENCIA Y FE

CIENCIA Y FE

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El nacimiento hoy de la primavera que anuncia el milagro de los trinos y los pétalos, es buen momento para reflexionar sobre el origen de los huevos que dan vida a las aves y el polen que fecunda los cerezos, buscando en la ciencia y la fe el origen de la vida, pero deslindando los ámbitos que pertenecen a cada cual, aunque se entrecrucen ramificaciones en sentidos contrapuestos, interfiriéndose subjetivas creencias personales derivadas de la fe, con objetivas constataciones científicas del método científico.

El conjunto de creencias personales y dogmáticos principios de una religión, no se armonizan con los conocimientos obtenidos mediante la observación sistemática de la realidad y el científico razonamiento hipotético-deductivo que conduce a los principios, leyes y teorías que explican y justifican el mundo.

La fe se fundamenta en la existencia de un ser supremo, del cual emanan el resto de creencias que conforman certidumbres virtuales indemostrables científicamente, atribuyendo a ese Dios súper-poderes extraños al ser humano, explicaciones inexplicables de fenómenos desconocidos y alivio para la angustia generada por el incierto futuro que nos espera al emprender el gran viaje.

Dios explica, consuela y compara nuestra finitud perecedera con su infinitud perpetua, aunque esta no sea evidente ni demostrable para la ciencia, porque la realidad de diez mil años de homo sapiens dice lo contrario que predica la fe como don de Dios, es decir, que quien cree en Él lo hace porque Él quiere, como hizo con el decimotercer apóstol nacido en Tarso de Cilicia y evangelizador de gentiles.

Ciencia y fe no pueden ir de la mano porque la primera exige pruebas verificables para aceptar hipótesis explicativas, mientras la segunda se apoya en Dios para resolver los problemas, como sucede con el origen de la materia, que los creyentes atribuyen a Dios, mientras los científicos declaran su ignorancia sobre el tema.

FÚTBOL

FÚTBOL

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Con hijo, yerno y entrañables amigos he pisado ayer finalmente un campo de fútbol, durante la visita que hicimos al estadio Santiago Bernabéu, comida incluida en la cristalera del asador «La Esquina» y partido de fútbol entre el Real Madrid y el Schalke-04, cuyo resultado ya es conocido en toda la galaxia.

Si el fútbol no salva de las crisis, ni enriquece culturalmente al pueblo, ni promueve valores morales, ni evita el masivo desempleo, ni elimina la corrupción, ni mejora los salarios, ¿por qué mantenerlo, si ha demostrado ser un deporte tan inútil para la erradicar el hambre como el imán que llevó el gitano Melquiades a Macondo, inservible para extraer tesoros de la tierra que redimieran a sus vecinos de la pobreza?

Además, suscita diferencias, agita las masas, divide familias, disgrega amigos, provoca discusiones y ocasiona gastos, por lo que no debería ser objeto de deseo ni merecer el aplauso social que recibe en todo el mundo mundial, sino todo lo contrario, ser condenado al olvido y desterrado de la sociedad.

Pero no ocurre así, y ayer pude acercarme a la explicación que justifica su arraigo social y fuerza de convocatoria, cuando envuelto en la catarsis colectiva no pude sustraerme al  espectáculo que dieron los espectadores, la «grada joven», los «schalkeros» y las dos escuadras de gladiadores que se disputaban a patadas un balón, en pantalones cortos y con fibrosas tabletas de chocolate en el estómago.

Comprobé ayer que el fútbol es como una península cenagosa que está rodeada de lodo por todas partes, menos por el “istmo redentor” que da paso al estadio por donde entran miles de ciudadanos a redimir sus penas con el peloteo de veintidós jóvenes deportistas multimillonarios que se disputan una esfera llena de aire a puntapié limpio, sin poder tocarlo con la mano, ni darse patadas unos a otros.

Ayer verifiqué que el fútbol sirve para ocultar pasajeramente la realidad y adormecer la desesperanza, como hacen los opios deístas religiosos y narcotizantes ateísmos políticos, con la ventaja de que el fútbol no contamina el alma, relaja las inquietudes sociales, distrae el insomnio del hambre, evita la pesadilla del paro, alivia los pesares de la enfermedad, consuela desgracias y hace olvidar quebrantos, como saben muy bien los psiquiatras que recomiendan esta terapia a los pacientes aficionados al balompié.

Efectos sanadores de inmediatas consecuencias y eficaces resultados, que son aprovechados para desviar la atención ciudadana hacía la esperanzadora alfombra verde del césped, despistando a miles de monosabios que contemplan el ruedo sin percibir que el toro permanece en la plaza pública exterior dispuesto a cornearles con la cruda realidad de la vida, un minuto después que el hombre de negro pita el final de la contienda.

CARNE DE CAÑÓN

CARNE DE CAÑÓN

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La historia es pródiga en guerras donde mueren a paladas millones de ciudadanos anónimos que son utilizados como carne de cañón por quienes no pisan el frente de batalla, ni pegan tiros, ni corren riesgos, ni dejan huérfanos y viudas, ni sufren amputaciones, ni quedan ciegos, ni utilizan sillas de ruedas tras las explosiones.

Cientos de millones de personas de todo el mundo han muerto en guerras, donde la barbarie humana muestra su peor cara a los indefensos ciudadanos, sin que tengamos noticias de reyes, jefes de gobierno o ministros, que estén sufriendo rasguños en su delicada piel, tras combatir en las trincheras.

La historia viene de lejos, pues ya en la conquista española del cono sur, los virreyes utilizaban indígenas para luchar contra sus propios hermanos indios, que caían como moscas por los dos bandos, una vez doblegados los rebeldes a la dominación española, aunque la historia nos la hayan contado de otra manera.

Los jefes que allí quedaron aprendieron tan bien el mensaje que los negros argentinos ocuparon la primera línea de fuego en la lucha por la independencia. Negros fueron también los brasileños que cayeron en su guerra con Paraguay. Y miles de indios peruanos y bolivianos tiñeron de sangre la tierra en la guerra contra Chile.

Los gobernantes que dan la orden de ataque permanece en los despachos enviando los ciudadanos al matadero, sin percibir que dar la vida por la patria no es ofrecer la muerte por ella en una guerra, sino trabajar por su engrandecimiento, progreso y bienestar.

DESEMPLEO Y SUBSISTENCIA

DESEMPLEO Y SUBSISTENCIA

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Hay quienes dicen que el paro genera delincuencia, cuando en realidad lo que aumenta la criminalidad es la necesidad de subsistencia, por mucho que los provocadores de la crisis se empeñen en llamar delito a la obligación vital de comer, exigida por el instinto natural de supervivencia.

Es el hambre, la explotación laboral, los humillantes salarios, la usura bancaria, el despido libre, la estafa financiera, el abuso especulativo, la impunidad de los estafadores, los recortes vitales y la pérdida de derechos fundamentales, lo que ha convertido el delito en justificación de redención delictiva.

Los códigos legales se han convertido en armas arrojadizas contra la miseria que lleva al hurto de alimentos o robo de dinero para adquirirlos, inundando las calles de personas desfavorecidas que deambulan por los contenedores de basura, en busca de algún desperdicio con que engañar el hambre que atenaza su honradez.

Es el engaño masivo de las participaciones preferentes lo que lleva a la rebeldía social de los damnificados por las trampas urdidas en despachos especulativos, aprovechando vilmente la ignorancia y confianza de los clientes en sus consejeros bancarios.

Son las leyes trasnochadas, descompensadas e injustas las que llevan a los ciudadanos desahuciados a rebelarse contra ellas, ante la sordera política y la indiferencia de los depredadores, que comparten con ellos mantel en los banquetes.

Es la obligación legal impositiva de mantener embriones indeseados en los vientres, lo que mueve a la rebelión de la sociedad ante la infeliz vida que espera a padres y descendientes con mutilaciones mentales.

Pero los explotadores del hambre han de tener cuidado porque la desesperación de los ciudadanos que no tienen nada que perder, puede llegar a transformar los suicidios en homicidios, llevándose con ellos a mejor vida a los responsables de su tragedia.

BLAS DE OTERO

BLAS DE OTERO

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Noventa y ocho años cumpliría hoy el poeta bilbaíno Blas de Otero, si el aire de sus pulmones no le hubiera cerrado las puertas de la vida, tras sesenta y tres años de peregrinaje en busca de una democracia apenas rozada con los dedos de sus manos encallecidas, hartas de luchar contra una dictadura que se antojaba interminable.

La muerte del padre y un hermano puso a Blas rumbo al pesimismo, dejándolo abandonado al desabrigo obsesionante de la muerte que le llevó a los marianos religiosos Luises, impregnando sus primeros versos de mística cristiana mientras intertextualizaba palabras de Juan Ramón y los poetas del 27 en su lírica.

El desconsuelo por la situación familiar y la frustración de posguerra le llevó a un sanatorio antidepresivo, del que salió reforzando una posición escéptica, previa a su poesía interrogativa, haciéndose hombre entre los hombres, recuperando el sosiego interior, abriendo sus puertas a la solidaridad y al compromiso social, antes de autoexiliarse a Francia donde se afilio al partido comunista, crisol de su ideología humanista, intentando cambiar el mundo con los versos de su poemario Pido la paz y la palabra.

La añoranza de la patria le devolvió a España y se perdió en ella por caminos vecinales al encuentro del pueblo, trabajando de obrero, peregrinando por rutas de pobreza, recorriendo caminos a la intemperie y viviendo de oficios alejados de su formación jurídica.

Llegaron los premios literarios, la fama y los viajes a la URSS, China y Cuba en la década de los años sesenta, donde vivió tres años casado con Yolanda Pina en La Habana hasta su divorcio y regreso a España, retomando la amistad y el amor con Sabina de la Cruz hasta su muerte, agradeciendo a esta la serenidad emocional que le permitió reanudar la creación poética, dando todos sus versos por un hombre en paz.

“Escribo en defensa del reino del hombre y su justicia. Pido la paz y la palabra. Si he perdido la vida, el tiempo, todo lo que tiré, como un anillo, al agua, si he perdido la voz en la maleza, me queda la palabra. Si he sufrido la sed, el hambre, todo lo que era mío y resultó ser nada, si he segado las sombras en silencio, me queda la palabra. Si abrí los labios para ver el rostro puro y terrible de mi patria, si abrí los labios hasta desgarrármelos, me queda la palabra”