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Mes: abril 2013

DÍA DEL LIBRO BONALD

DÍA DEL LIBRO BONALD

Caballero

Llegan hoy los acontecimientos culturales felizmente doblados, pues al tradicional homenaje al libro se añade el reconocimiento al escritor jerezano José ManuelCaballero Bonald por toda su obra, entregándosele a las doce de la mañana el Premio Cervantes de Literatura en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá.

Del abrazo al libro recuerdo que fue el escritor y editor valenciano Vicente Clavel quien tuvo en 1923 la feliz idea de homenajearle en la calle una vez al año, recogiendo Alfonso XIII la propuesta en un Real Decreto de 1926 que instauraba la “Fiesta del Libro Español”. Desde entonces todo permanece igual, salvo la fecha de celebración, pues inicialmente se fijó el 7 de octubre aprovechando que ese día podría haber nacido Cervantes, pero la incertidumbre de la fecha hizo que en 1930 se fijara para la exhibición de libros el 23 de abril, por la certeza de que ese día murió en Madrid el padre literario de don Quijote, aunque según Canavaggio dio su último suspiro el viernes 22, siendo registrada su muerte al día siguiente en la parroquia de San Sebastián, de acuerdo con la costumbre de la época, donde sólo figuraba la fecha del entierro.

De los 86 años vividos por el escritor Bonald me quedo con su obra poética. Del caballero Caballero conservo su independencia, insumisión y compromiso político-social. Y guardo de José Manuel el romance vivido durante siete años con Rosario Conde entre los “Papeles de Son Armadans”, desvelado por él en las páginas de su memoria.

En el momento de escribir este recuerdo, Caballero Bonald se encuentra “agobiado y atolondrado por la solemnidad un poco arcaica” que envuelve la entrega del Premio Cervantes, con la esperanza de salir ileso a base de buen humor y acompañado por Pepa Ramis que desde hace más cincuenta años vela los versos del poeta.

MADRE TIERRA

MADRE TIERRA

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En el Día Internacional de la Tierra debemos agradecer al senador americano Gaylord Nelson la mirada que hoy nos obliga echar a la superpoblación y medio ambiente, aunque los dirigentes políticos de su país y muchos grandes empresarios vecinos suyos, hagan poco por evitar el deterioro de la tierra que habitamos.

Quiero unir en mi bitácora de hoy al activista Gaylord con el jefe indio Seattle y ceder mi pluma a éste para que nos recuerde la carta que envió al presidente de los Estados Unidos Franklin Pierce cuando quiso comprar el territorio de Suwamish:

“Consideraremos vuestra oferta de comprar nuestras tierras. Si decidimos aceptarla, pondré una condición: que el hombre blanco deberá tratar a los animales de estas tierras como hermanos. Soy un salvaje y no comprendo otro modo de conducta. He visto miles de búfalos pudriéndose sobre las praderas, abandonados allí por el hombre blanco que les disparó desde un tren en marcha. Soy un salvaje y no comprendo como el humeante caballo de vapor puede ser más importante que el búfalo al que sólo matamos para poder vivir.

¿Qué es el hombre sin los animales? Si todos los animales hubiesen desaparecido, el hombre moriría de una gran soledad de espíritu. Porque todo lo que ocurre a los animales pronto habrá de ocurrir también al hombre. Todas las cosas están relacionadas ente sí.

Vosotros debéis enseñar a vuestros hijos que el suelo bajo sus pies es la ceniza de sus abuelos. Para que respeten la tierra, debéis decir a vuestros hijos que la tierra está plena de vida de nuestros antepasados. Debéis enseñar a vuestros hijos lo que nosotros hemos enseñados a los nuestros: que la tierra es nuestra madre. Todo lo que afecta a la tierra afecta a los hijos de la tierra. Cuando los hombres escupen el suelo se escupen a sí mismos.

Esto lo sabemos: la tierra no pertenece al hombre, sino que el hombre pertenece a la tierra. El hombre no ha tejido la red de la vida: es sólo una hebra de ella. Todo lo que haga a la red se lo hará a sí mismo. Lo que ocurre a la tierra ocurrirá a los hijos de la tierra. Lo sabemos. Todas las cosas están relacionadas como la sangre que une a una familia”.

URGE UN CAMBIO

URGE UN CAMBIO

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Resulta curioso que el secretario de Organización socialista pida un PSOE fuerte que tanto necesita el país, cuando son ellos mismos quienes lo han debilitado en el gobierno, y siguen debilitándolo en la oposición con EREs, sucias conquistas de alcaldías y luchas internas de poder.

Repetir de nuevo lo que ya he dicho en voz alta varias veces desde que Felipe González ejemplificó con su retirada lo que muchos debían hacer, no significa encender chimeneas con árboles caídos, sino confirmar la veracidad de las predicciones realizadas. Por eso es bueno pedir una vez más a los políticos socialistas, que la palabras cambio, dimisión, relevo y autocrítica, sean incluidas en su manual de cabecera.

Una izquierda que predica la igualdad de oportunidades tiene que dar paso a otros en su cúpula dirigente, porque nadie es imprescindible en ningún trabajo y menos en política, como demostró el propio PSOE el 28 de octubre de 1982.

Una izquierda que ha ironizado siempre y ridiculizado en todos los foros a quienes pasaron la vida viajando en un coche oficial, no puede seguir negándose a ver su propia imagen en ese espejo.

Una izquierda que presume de histórica honradez, ejemplar ideario, solidez interna y sobrada cualificación de los militantes, tiene que mostrar a la sociedad sus nuevos dirigentes, si los tiene.

Una izquierda sin debate ideológico, cerrada a la discusión, desoyendo las críticas, despreciando a los disidentes y faltando al compromiso real con el ideario que propugna, está condenada a peregrinar por el desierto.

Una izquierda que no crece ni obtiene la confianza ciudadana en la actual situación de trampas, engaños, recortes y corrupción del Partido Popular, debe sentarse a pensar en ello, actuar en consecuencia y cortar por lo sano para erradicar la metástasis interna.

Una izquierda que no renueva sus líderes, que vive enquistada en la concha sin reflejos ni movilidad alguna, que se enrosca en su desgracia lamiéndose las heridas de la derrota y que mira para otro lado cuando tiene la enfermedad dentro, no encontrará jamás tratamiento a sus males ni redención a su desgracia.

Los socialistas perdieron con excesiva rotundidad las últimas elecciones y no remontan porque sus dirigentes continúan justificado lo sucedido con imaginarias convergencias astrales y ensoñaciones límbicas, cuando la realidad apunta en otra dirección. Tal vez por eso llevan meses caminando hacia la nada, más pendientes de ellos mismos que de los demás, afectados de una sordera política que les impide oír el grito desesperado de las urnas y las voces desencantadas de propios y extraños.

Los resultados de las encuestas son los que son y no los que a ciertos dirigentes les gustaría que fueran. Esa es la respuesta del pueblo y no otra, por mucho que algunos se nieguen a sacar conclusiones reales y asumir consecuencias. Ese es el origen de la decepción sufrida por millones de ciudadanos que demandan nuevos líderes capaces de ilusionarlos con un programa verdaderamente socialista que devuelva el color rojo a la decolorada rosa.

AÑOS SESENTA EN EL INFANTA

AÑOS SESENTA EN EL INFANTA

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La conversación con un amigo del Infanta me lleva a la década de mi primera juventud, cuando las tapias, silbatos, poliburós y castigos hicieron posible una amistad duradera entre los que compartimos “pitracos”, listas, recreos, vacunas, misas, capones, “partes” y filas, sin más esperanza que sobrevivir a la desgracia que había llamado prematuramente a nuestra puerta.

Recuerdos imborrables de una década vividos con pasión juvenil en el colpicio, unidos a temores infundidos por los regentes que zarandeaban nuestra indiferencia ante los acontecimientos extramuros que convulsionaban el mundo, como hizo el padre Esteban reuniéndonos en la capilla para rezar por la paz mundial con motivo del bloqueo cubano en la crisis de los misiles.

Fue Marcelino, don Marcelino, quien nos informó después de cenar en el dormitorio, sobre el asesinato de Kennedy, sin que la noticia nos impidiera reunirnos en la “familia” para escuchar “Ustedes son formidables”, antes del toque de silencio y cuando el inspector desaparecía.

Las revueltas en la ciudad universitaria encabezadas por Tierno, Aranguren y García Calvo, las comentábamos en interminables paseos de ida y vuelta por la “ciudad prohibida” comiendo pipas compradas en “la señora”, haciendo carambolas en los billares, tomando cañas de cerveza en la “bodega”, o el “Rumbo” y jugando al futbolín tratando de imitar a Santisteban.

Bailamos las primeras canciones de Lennon, McCartney, Harrison y Ringo, en el “Gua”, “Guetary”, “Consulado”, “Paraninfo”, “Jóvenes” y “Estudio”, donde también sofocamos inquietantes ardores juveniles, hoy tan adormecidos con el paso del tiempo que ni la propia Bibi los haría despertar en el cine Roma.

Rezamos hasta cansarnos “por el éxito del Concilio”; fumamos cigarrillos en la adoración nocturna; nos inquietaron con la eternidad infernal en los ejercicios espirituales; y cantamos “tamtumergos” y “pangelinguas” cada vez que don Hilario se sentaba al órgano, para que nos fuera bien a los intrépidos de “Olimpiada del saber” con Daniel Vindel, mientras Luis Llach, Paco Ibáñez, Raimon, Laboa, Cano y Sisa cantaban otras cosas.

Nadie nos informó de la revolución de Mao ni de los asesinatos de Luther King, Malcolm X y Che Guevara, pero nos arrodillamos pidiendo inútilmente por la salud y vida de Juan XXIII, mientras algunos pasábamos orgullosos del “hipódromo” a las “familias”, como Neil Armstrong de la Tierra a la Luna.

A quienes fundamos el curso de Preuniversitario, nos daba impronta de poderío poder fumar sin escondernos en váteres, ni tirar las tobas ante la presencia del inspector, y nos alentaba más saltar por la ventana de la primera “familia” los domingos por la noche, que ir a una manifestación contra la guerra de Vietnam o ver cómo se levantaba en Berlín el muro de la vergüenza, porque nosotros teníamos nuestra propia tapia cercando el colpicio.

EXECRABLE CÁNCER

EXECRABLE CÁNCER

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Caprichoso empeño de un grupo de células rebeldes a la norma, empeñadas en proliferar y reproducirse por su cuenta, sin atender a leyes ni mandatos, con la misión de invadir territorios del cuerpo que no le pertenecen, ante la impotencia de la ciencia, el dolor del enfermo, la solidaridad del médico y el sufrimiento de quienes están a su lado.

El pulmón de alguien querido no ha podido evitar la diseminación fatídica de una mancha en sus alvéolos, presagio de tragedia en la juventud de sus cuarenta y ocho años, cuando encaraba la vida con la esperanza puesta en sus tres hijos, sin pensar que un repugnante sarcoma se interpondría en su camino.

Ayer recibí el mazazo de la noticia y con él a cuestas caminaré largo tiempo, condenando la injusticia de un tumor que adelantó su llegada cuando nadie le había llamado, ni era deseado, ni se le esperaba, para darnos tiempo a maldecirlo y arrojar nuestra indignación contra la suerte traidora que se ha metido sin llamar en un pecho desafortunado.

Ahora toca rebelarnos ante la caprichosa desgracia que compartimos con él y sólo cabe la lucha frontal y sin descanso para que cese la fragmentación celular, en la que todos vamos a poner nuestras armas para vencer al invasor, sabiendo que la herida es grande, largo el calvario y difícil la resurrección.

PUNTILLOSA PUNTUALIDAD PUNZANTE

PUNTILLOSA PUNTUALIDAD PUNZANTE

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Un defecto atribuido tradicionalmente a los españoles es la patológica falta de puntualidad a las citas, el retraso en abrir ventanillas públicas y comercios, la prolongación de las pausas laborales y el incumplimiento de los horarios establecidos. Es decir, que los españoles no miramos mucho para el reloj, dejándonos llevar por el caprichoso cronómetro biológico personal para cumplir los compromisos adquiridos.

Tan negligente actitud tiene el peligro de ridiculizar a la diplomacia española cuando se pone al frente del Consulado en Washington a un probo funcionario que cumple estrictamente con el horario de cierre, conculcando así la norma consuetudinaria de sus paisanos, dislocando la ley que rige los comportamientos populares y ocasionando una crisis institucional en el Palacio de Santa Cruz.

El jefe diplomático de nuestro Consulado en esa ciudad tuvo claro que a la hora de cerrar el Consulado, se cierra, y punto. Aunque la ciudad se venga abajo por efecto de la pólvora embutida con metralla en una olla, llevándose por delante a varios españoles, como pudo haber sucedido con los salvajes bombazos que aterrorizaron a quienes presenciaban la carrera en la avenida Boylston.

En opinión del celoso cónsul español Pablo Sánchez-Terán, los familiares de los 90 atletas españoles inscritos en la maratón de Washington y el resto de compatriotas que presenciaban la carrera no precisaban los servicios del Consulado, ya que podían comunicarse con sus padres, hermanos, parientes y amigos, mediante señales de humo, que para eso estaban en el país de los indios, mientras él fortalecía los músculos de su incompetencia en el gimnasio de la indiferencia.

Debemos felicitar a Margallo por su inmediata decisión de cesar al jefe diplomático en Washington por incumplimiento de funciones, y esperamos que este ejemplo cunda en la clase política, siendo la destitución de Sánchez-Terán el primer paso para enviar a la calle a todos los políticos  que no cumplen sus obligaciones, aunque nos quedemos unos meses sin muchos parlamentarios, alcaldes y políticos negligentes en su tarea.

BAHÍA DE COCHINOS

BAHÍA DE COCHINOS

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El bloqueo americano a la isla caribeña tras el triunfo de la revolución cubana, obligó a Fidel Castro a convertir la nación en un preocupante satélite de la Unión Soviética, pues apenas separaban 150 kilómetros el territorio ruso-cubano de la costa americana, resultando amenazante para el Tío Sam la cercana presencia del enemigo soviético, en plena Guerra Fría.

Así las cosas, el presidente Eisenhower decidió erradicar ese hipotético peligro embargando económicamente a Cuba y encargando a la CIA la Operación Pluto, consistente en reclutar una brigada de cubanos anticastristas refugiados en Estados Unidos, para que invadieran la isla y derrocaran a Fidel Castro.

Los invasores fueron entrenados durante meses para ello en Nicaragua y Guatemala, hasta que en la madrugada del día 17 de abril de 1961 desembarcaron 1.400 exiliados en la cenagosa Bahía de Cochinos, donde fueron esperados por 20.000 cubanos movilizados, tras recibir Castro un chivatazo del periodista argentino Rodolfo Walch, interceptor de un mensaje cifrado procedente de Guatemala. A esto se une que dos días antes de la invasión, ocho bombarderos americanos fracasaron en su intento por destruir la aviación cubana.

Los invasores quedaron abandonados a su suerte, y tras 66 horas de combates su derrota fue contundente, durando 20 meses las negociaciones llevadas a cabo por Robert Kennedy para conseguir la puesta en libertad de los detenidos, a cambio de 53 millones de dólares en alimentos, medicinas y tractores para los vencedores revolucionarios cubanos.