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Día: 14 de agosto de 2011

AGOSTO PENITENCIAL

AGOSTO PENITENCIAL

La conocida expresión “hacer el agosto” que se ha referido tradicionalmente al gremio de la hostelería, reflejando en tres palabras los suculentos ingresos que tal mes reporta a los bolsillos de los propietarios, ha cambiado este año de dueños.

En el verano de 2011 no harán el agosto los hoteles, bares, chiringuitos y restaurantes costeros, sino las pecadoras abortistas excomulgadas por la católica iglesia, que se librarán de ir a las calderas de Pedro Botero, sin pasar por la humillación de postrarse de hinojos al catedralicio canónigo penitencial. Les bastará con hincarse de rodillas ante el cura de su pueblo y contarles las vergüenzas, para que éste les imponga “una penitencia conveniente” que las redima de la ofensa infringida a la ley de Dios, permitiéndoles “alcanzar los frutos de la gracia divina, que les abra las puertas a una nueva vida”.

Bien, ¿y esto por qué?, pues sencillamente porque los miles de jóvenes que vitorean a Rouco por las calles, han conmovido su corazón y Antonio María ha decidido levantar su implacable mano, tras hablar privadamente con Dios en su oratorio y con su jefe alemán por teléfono. Detalle que agradecerán las pecadoras asesinas acudiendo en masa a comulgar, arrepentidas por desobedecer el mandato de ¡no abortarás!

Tanta misericordia en el jerarca eclesial ha sido posible porque quien dicta la ley hace con ella lo que le venga en gana, faltaría más. Ese mismo criterio fue seguido por el beato polaco para cargarse de un plumazo el “limbo”, redimiendo así del dolor eterno a los no bautizados, que desde aquel día respiran tranquilos. Lo que no explicó el Santo Padre fue el paradero de las almas que durante siglos desembarcaron en lugar tan extraño.

Se benefician también de las rebajas penitenciales agosteñas, los creyentes que hagan cola para recibir devotamente la hostia sagrada durante las jornadas festivas, siendo favorecidos con un indulto plenario que les librará de purgar las penas de sus pecados en el purgatorio, subiendo derechitos al cielo si no hacen más el tonto.

Los que no harán tanto el agosto son los fieles que se limiten a “elevar oraciones al Señor con el corazón contrito” durante las Jornadas, pidiendo por los jóvenes. Estos pobrecitos sólo recibirán indulgencia parcial. Vamos, que se van al purgatorio con una reducción en el tiempo de permanencia allí.

Con humildad y debido respeto, me atrevo a sugerir a Joseph Aloisius y Antonio María que no jueguen tanto con las indulgencias no vaya a ser que aparezca en el seno de la Iglesia que gobiernan un nuevo Martin Luder dispuesto a amargarles la vida, llevándoles a una segunda Contrarreforma.

En todo caso, tanta generosidad de la jerarquía eclesiástica durante los seis días festivos de las Jornadas, nos obliga a pedir que se celebren éstas más veces al año, con la esperanza de que en las próximas liberen del pecado a los jóvenes que hagan el amor sin pasar por la vicaría y les autoricen a usar el preservativo.