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Día: 9 de junio de 2011

LA MUERTE DE DON QUIJOTE

LA MUERTE DE DON QUIJOTE

Entre los libros dispersos por la mesa de trabajo, mesilla de noche y brazo del sofá, hace meses que aguardaba turno la edición que presentó la Real Academia Española de la obra de Cervantes, con motivo de su IV Centenario. Finalmente, ayer pude hojearla, – porque releída ya estaba –poniendo la vista en pasajes que siempre me llamaron la atención, especialmente el de la muerte del hidalgo caballero.

Esto lo hacía mientras los “indignados” montaban su tienda junto a la casa del pueblo, hoy, más que nunca, jaula de discusiones partidistas y no mesa de trabajo por el bienestar ciudadano. Decepción que ha impulsado mi ánimo para traer a esta página de mi bitácora la descripción de la muerte del caballero andante, con objeto de reflexionar en voz alta sobre las cuestiones que me ha suscitado la revisión anunciada. En la versión original, Cervantes describe la muerte del caballero así:

Y la última edición académica adapta el texto diciendo: “En fin, llegó el último de don Quijote, después de recibidos todos los sacramentos y después de haber abominado con muchas y eficaces razones de los libros de caballerías. Hallose el escribano presente y dijo que nunca había leído en ningún libro de caballerías que algún caballero andante hubiese muerto en su lecho tan sosegadamente y tan cristiano como don Quijote; el cual, entre compasiones y lágrimas de los que allí se hallaron, dio su espíritu, quiero decir que se murió. Viendo lo cual el cura, pidió al escribano que diese por testimonio como Alonso Quijano el Bueno, llamado comúnmente don Quijote…”

Observará el lector los sustanciales cambios de grafía, signos de puntuación, mayúsculas y paréntesis que hay entre el texto original y el patrocinado por la Academia, para adaptarlo al momento actual, algo que parece razonable. Como razonable parece que los acampados en la Puerta del Sol hayan cambiado su estrategia reivindicativa.

Unamuno se preguntaba en su ensayo sobre la vida de don Quijote, a quién dio su espíritu el caballero y dónde está hoy ese espíritu, sabiendo muchos de nosotros que sobrevuela el alma de los utópicos revolucionarios del 15-M y de miles de almas derrotadas en hogares malheridos.

Pero nos tememos que la manifestación de ayer tarde frente al Congreso de Diputados sea el último estertor de estos quijotes a los que muchos nos hemos unidos indignados por la sordera política que asiste a quienes nos gobiernan, como demuestra el hecho de que este movimiento no les haya afectado en absoluto, siguiendo ellos a lo suyo, que casi nunca es lo nuestro.

El escribano de la novela que asiste en la narración al último suspiro de don Quijote se extraña que el caballero andante muriera sosegadamente en la cama porque tal defunción era indigna de luchadores, algo que no debe suceder con el movimiento 15-M, aunque la realidad parece afirmar lo contrario.

A diferencia del escribano, yo me sorprendo que el autor de la novela describa tan lacónicamente la defunción del protagonista, aclarando incluso al lector que dar el espíritu significaba la muerte, como si Cervantes se hubiera quedado sin inspiración literaria para hacer una descripción más brillante de circunstancia tan fundamental en el desenlace de la novela.

Sólo cabe pensar que fue así porque quien verdaderamente murió de dolor y perdió su vena literaria fue el propio autor, obligado a cumplir la exigencia de un guión impredecible el día que comenzó a escribir la vida del caballero, queriendo olvidar el lugar de la Mancha donde nació.

Esto mismo le ocurre al autor de esta bitácora, al sospechar que el movimiento 15-M no pasará de ser una frustrada esperanza de regeneración democrática que muchos hemos compartido, sin saber cómo nació.